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Siempre me han gustado las historias sobre presidentes estadounidenses.
Son épicas, están llenas de heroicidad, y nos brindan algún aprendizaje que puede cambiar nuestras vidas.
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La que te voy a contar hoy es especialmente fascinante.Y nos enseña una lección que podemos aplicar en nuestro día a día.
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Cómo ser más valientes y reducir nuestra ansiedad. Cómo enfrentarnos a cualquier problema sin pestañear, con la determinación de un héroe.
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Pero, como siempre, primero la historia.
HISTORIA
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Esta aventura está protagonizada por el general Ulysses S. Grant, tiempo antes de ser presidente de los Estados Unidos.
Incluso antes de ser general…
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Se encontraba en un duro viaje atravesando el Texas oriental.
Uno de sus hombres estaba gravemente herido y un caballo acababa caer rendido.
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Llevaban días escapando, en medio del territorio enemigo. Cada hora que pasaban allí aumentaba las posibilidades de que los mataran a todos.
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Pero quedaban más de 70 millas para llegar a tierras aliadas. Tenían que atravesar arroyos, praderas y ciénagas infestadas de serpientes letales.
A la carrera.
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No había forma de que su patrulla sobreviviera a aquella odisea.
Así que decidió tomar al más valiente de sus hombres y partir solos en busca de ayuda. Una misión suicida, con la que podría salvarlos a todos.
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La pareja podía moverse con más agilidad.
Iban a toda velocidad. Con el rumbo claro y sin detenerse. Atravesando todo tipo de superficies.
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Entonces, llegaron a la pradera.
Una infinita superficie de hierba alta. Más alta que ellos. No se veía el final. Pero no les quedaba otra. Atravesarla era el camino más corto.
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Podían toparse con cualquier cosa… Otra idea suicida.
Pero, de perdidos al río…
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Una cosa curiosa sobre los problemas es que funcionan como el dolor.
La mejor forma de que deje de dolerte la rodilla es darte un buen golpe en el meñique del pie.
Esta pradera iba a ser su pata de la cama.
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En ese momento lo escucharon:
El aullido más sobrenatural que habían oído en sus vidas.
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Así lo definió su compañero.
No podían ver nada con la hierba alta de la pradera. Pero aquella amenaza se había extendido por todo el valle. Era ensordecedor.
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Sin duda estaban rodeados de un montón de lobos. Era difícil contarlos de oído. Pero, a juzgar por aquel sonido del infierno, podrían ser unos 20.
Y estaban muy cerca…
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Iban a comérselos a ellos, a sus caballos y, de postre, sus botas.
Estaban bien jodidos.
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El capitán Grant tenía tanto miedo que quería dar vuelta.
Volver con el resto de sus hombres. Pero no se atrevía a decirlo en alto. Secretamente, deseaba que lo propusiera su compañero.
Pero su compañero simplemente le sonrió con resignación y siguió caminando. Continuaron.
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Es terrible la sensación de estar rodeado de lobos. Imaginar cómo pueden arrancarte los brazos de cuajo, hincándote los dientes entre varios. Visualizar cómo desgarran tus músculos.
Sentirlo dentro de tu mente. Anticiparlo.
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Y sólo hay una cosa peor que escucharlos desde la oscuridad:
No oír nada.
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Es mucho peor, porque no tienes ni idea de dónde están. Puede que los tengas justo detrás.
Sus cabezas no paraban de dar vueltas. Las pulsaciones a mil. La ansiedad se sumaba al cansancio.
Pero no podían parar. Así que seguían apurando el paso.
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Fue entonces cuando sucedió.
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De repente, dieron otro paso y se encontraron en un claro de la pradera. El único hueco donde no había hierba alta en unos metros.
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¿Y qué se encontraron allí?
A dos pequeños lobos durmiendo.
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Por eso habían dejado de aullar.
Pero no eran 20.
Sólo eran 2.
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LA MORALEJA
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Cuarenta años después de esta experiencia, el presidente Grant seguía pensando en ella a menudo.
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Le venía a la mente cada vez que alguien dudaba o se quedaba paralizado por el miedo a un enemigo que no podía ver.
Fue una lección que quedó plasmada en su famosa cita:
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“Siempre hay más de ellos antes de contarlos.”
—Ulysses S. Grant.
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A todos nos ha pasado esto en alguna ocasión.
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Pero la próxima vez que te veas paralizado por el miedo a algo desconocido, recuerda esta historia.
Quizá los lobos estén solo en tu cabeza. O, por lo menos, la gran mayoría…
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¡Hasta la semana que viene!
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indiPe
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PD:
La incertidumbre nos genera ansiedad y nos hace temer el futuro.
Pero hay una forma de cambiar eso. De convertir la incertidumbre en una oportunidad. De sentirte seguro y confiado de lo que quieres y de cómo conseguirlo.
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¿Cómo?
Con nuestro curso de planificación.
Aprenderás a encontrar tu propósito. Ese que te da energía y te hace levantarte cada mañana con ilusión. Descubrirás tus objetivos, tus aspiraciones, tus sueños. Y lo más importante: aprenderás a trazar un plan para alcanzarlos.
No dejes que la incertidumbre te paralice.
Próximamente…
😉
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