Durante una época estuve regular.
Porque cada vez quería hacer más y más cosas, pero tenía la sensación de no avanzar.
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Es algo que hacemos sin querer, que seguramente a ti te pasa también. Pero no es fácil darse cuenta de que te sucede.
NADA ES SUFICIENTE
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Cuando eres un poco perfeccionista, nada es suficiente.
Siempre quieres más, y vas añadiendo tareas a tu rutina. Más y más hábitos. En cuanto estás haciendo deporte de forma regular, añades la meditación. Después la lectura, después… cualquier otra cosa.
Y se van sumando hasta que llega un momento en el que estás haciendo mil cosas, todas a destiempo y todas mal. Te falta la claridad, ninguna es importante y no avanzas.
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Acabas viviendo una vida que no es la tuya, una rutina llena de imposiciones, normas y cosas que tienes que hacer.
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¿Lo peor de todo?
Que eres tú el que las impone. ¿No es irónico?
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UNA SOLUCIÓN
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Un mal día, empecé a darle vueltas a esto.
Uno de esos en los que nada sale bien, agotado, decidí parar y me metí en la ducha. Es decir, en la fábrica de ideas. ¿Por qué todas las ideas buenas se te ocurren en la ducha? Pues no sé, pero fíjate qué sencilla y elegante es esta.
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Me di cuenta de que todos los días nos ponemos aproximadamente 10 objetivos, 10 tareas con las que consideramos que el día ha estado bien, con las que hemos cumplido nuestro deber.
Pero claro, ¿cuántas cumplimos?
Un día bueno, quizá lleguemos a las 6. Un día cruzado, con suerte a las 4.
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¿No te parece un planteamiento absurdo?
Te pasas los días frustrado y sin conseguir aquello que te propones. Además, estás continuamente reforzando de forma negativa el trabajar. Cada vez que lo haces, tu recompensa es pensar que has fracasado, que no eres capaz, que has vuelto a perder.
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¿Y si sólo te pusieras 3 objetivos?
Cada día, elegir las 3 cosas más importantes, nada más. Sólo aquellas que te acerquen más a tus objetivos.
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Piénsalo.
Los días que la vida te pone obstáculos, sentirás que puedes. Los días que hagas tus ya habituales 4 tareas, estarás haciendo más de lo que te has propuesto.
Estarás excediendo tus expectativas.
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Imagínate si un día llegas a las 6. Estarías haciendo un 100% más. Puedes sentir la energía que viene después, la motivación al día siguiente. La sensación de estar consiguiéndolo.
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Mira cuánto puede cambiar una situación sin cambiar nada.
Tú sigues haciendo las mismas cosas diarias. Pero has pasado de la más auténtica derrota, del cansancio y la desidia, de estar a punto de tirar la toalla, a la euforia. De repente, las mismas cosas que te estaban hundiendo día a día, son las que te dan fuerzas para seguir.
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¿Cómo es esto posible?
La realidad es neutral. No está ni a favor ni en tu contra. Tus emociones vienen de dentro de tu cabeza, y no existen en ningún otro lugar.
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Si enfocas todo de forma diferente, todo cambia.
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Hasta aquí el episodio de hoy. Nos vemos la semana que viene, con más aprendizajes y más historias 😉
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indiPe
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PD:
Eso sí, lo más importante para no ser un hámster corriendo en una rueda es tener unos objetivos claros.
¿Por qué?
¿Porque cómo vas a llegar a ningún lado si no tienes un destino?
No puedes pasarte la vida caminando en círculos, con la frustración continua de no avanzar. Eso no es vida.
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Si te cuesta marcar objetivos a largo plazo, y sientes que tu vida no tiene rumbo, te recomiendo el curso de la manzana:
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Curso de la manzana.
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Con sinceridad, creo puede ayudarte.
Nada más. ¡Un abrazo!
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