Así se convierte la incertidumbre en suerte.
La lección de Susan Cain y Steve Jobs para evitar la ansiedad por lo inesperado y convertirla en buena suerte.
Número 104
“Los hábitos son los mejores sirvientes o los peores tiranos.”
—Nathaniel Emmons.
Cuando todo es demasiado
A veces necesitas un consejo.
Pero no uno profundo que te haga analizar un problema complejo en toda su dimensión.
Simplemente, hay momentos en los que todo es demasiado. Y lo único que necesitas es que alguien te diga: “Haz esto”.
Y hacerlo sin más.
Cuando la situación te sobrepasa, no hay espacio ni tiempo para pensar. No hay descanso. No hay respiro.
Ahí es donde aquella vieja cita se vuelve real:
“No nos elevamos al nivel de nuestras expectativas. Caemos al nivel de nuestro entrenamiento.”
—Arquíloco.
Cuando estás al límite, te sostienes en tus hábitos.
Cuando la mente está agotada, solo queda aquello que haces en automático…
El punto de inflexión para Susan Cain
Así se sentía Susan Cain, la reconocida escritora, en el momento que cambió su vida para siempre. Repasaba su historia en bucle:
Se formó como abogada.
Tres años de derecho y otro como pasante de un juez federal. Luego, seis años y medio en una firma de Wall Street. Creando contactos y forjando relaciones con figuras clave del sector. Networking, lo llaman.
Estaba a punto de convertirse en socia del bufete.
Más de una década de esfuerzo, a punto de dar frutos.
Pero un día, un socio entró en su oficina y le dijo que su promoción quedaba en espera…
Según la propia Susan recordaba, en ese momento no entendió bien lo que significaba. ¿Que tardaría más? ¿Era una forma sutil de decirle que nunca lo lograría?
De algún modo, la situación resultaba humillante.
Era una abogada competente en un despacho prestigioso. Llevaba años enfrentándose a casos complejos, reuniones tensas y situaciones límite. Y ahora esto…
Rompió en lágrimas, como una niña a la que se le cae el helado en un estanque.
No pudo contenerse. Lloró desconsoladamente.
Delante de su jefe.
En ese momento, todo fue demasiado.
Pasó toda la tarde pedaleando alrededor de Central Park, en Nueva York.
Sin rumbo.
Sin saber qué sería de su vida.
¿Qué podía hacer? ¿Y si se dedicaba a viajar? ¿Y si pasaba el resto de sus días mirando una pared en blanco?
Por ahora, esa parecía la mejor opción.
—Todo sucedió tan rápido y de forma tan cinematográfica que casi cuesta creerlo—recordaba Susan—. Pero entonces me acordé de que, en realidad, siempre había querido ser escritora.
»Esa misma noche empecé a escribir. Al día siguiente, me apunté a una clase de escritura de no ficción creativa en la NYU. Y la semana siguiente, asistí a la primera clase y supe que, por fin, había encontrado mi sitio.
»No esperaba ganarme la vida escribiendo, pero tenía claro que la escritura sería mi prioridad. A partir de entonces, buscaría trabajos freelance que me permitieran dedicarle todo el tiempo posible.
La verdadera revolución del iPhone
Todos sabemos que Steve Jobs era un visionario. Un adelantado a su tiempo, un genio de los que solo surgen cada varias generaciones.
Y un 9 de enero de 2007, cambiaría el mundo para siempre.
Subió al escenario con sus deportivas, unos vaqueros y un jersey de cuello alto. Tranquilo, hablando con pausa. Con esa sonrisa de quien sabe algo que los demás no.
—De vez en cuando —anunció a la multitud— aparece un producto revolucionario que lo cambia todo. Y hoy, Apple va a redefinir el teléfono.
El público, eufórico, aplaudía y vitoreaba como en un partido de fútbol.
En la sala se sentía la emoción de estar presenciando un momento histórico. Algo parecido a un concierto, una sensación compartida que aún se percibe al ver la presentación en YouTube.
Ese día nacieron los smartphones tal y como los conocemos.
Había comenzado la revolución de los móviles.
Lo que pocos saben es que Steve Jobs y su equipo tenían en mente una revolución muy distinta.
Una mucho más modesta.
La idea original era librar a la gente de cargar con dos dispositivos. Iban a solucionar ese problema con… un iPod que pudiera hacer llamadas.
Nada más. Esa era la gran innovación que buscaban.
En la propia presentación, Jobs insistía con entusiasmo:
—¡Es el mejor iPod que hemos hecho jamás!
Tiempo después, Andy Grignon, miembro del equipo original, confirmó esta teoría:
—Se suponía que esto iba a ser un iPod con llamadas. Nuestra misión principal era reproducir música y ofrecer la posibilidad de comunicarse.
Según él, Jobs no estaba del todo convencido con la idea de que el aparato se convirtiera en un ordenador de bolsillo para todo tipo de tareas.
Cuando apareció el iPhone, no existía la App Store. No había notificaciones de redes sociales, ni aplicaciones diseñadas para captar la atención durante horas con la misma tecnología que las máquinas tragaperras.
La Incertidumbre
La verdadera revolución de los móviles fue algo inesperado. Un giro del destino que ni siquiera el visionario Steve Jobs vio venir.
A veces, la vida te sorprende.
No importa si es para bien o para mal. Lo relevante es qué haces con lo que te ocurre.
Un despido, por ejemplo, puede llevarte a alcanzar tus sueños. Como le pasó a Susan Cain:
—Si hubiera “triunfado” y logrado ser socia a tiempo, probablemente seguiría ahí, agobiada, negociando contratos corporativos 16 horas al día.
»No es que nunca hubiera pensado en qué otra cosa me gustaría hacer aparte del derecho, pero hasta que no tuve el espacio y el tiempo para reflexionar fuera de la burbuja de un bufete, no fui capaz de descubrir lo que realmente quería.
La suerte no depende tanto de lo que nos ocurre, sino de cómo decidimos afrontarlo.
No puedes elegir las cartas que te tocan, pero sí cómo jugarlas.
Nos vemos en el próximo episodio.
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indiPe
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